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Vigilantes del Júcar
como auténticos soldados,
te custodian esas Hoces
que el agua ha marcado.

Altanera, fiel y celosa,
Cuenca bella te escruta,
la cruzas a mitad de camino
por San Isidro hasta su Gruta.

Vas contorneando a Cuenca
como sublime cortejo,
ella se refleja en tus aguas
como en un mágico espejo.

Pasan tus aguas puras
por mis mustios pensamientos.
¡Acaríciame animoso
hasta dejarme sin aliento!.

© Isabel San José Mellado

LIBRO: ISABEL, un canto al amor y al desamor.
La fotografía es de mi gran y buen amiga María Casas.